IMÁGENES TITULARESJunto al Apóstol Santiago y a la imagen de un Cristo crucificado o “de la sangre”, muy pronto comienza a imponerse claramente la devoción en Pilas a la Virgen de Belén. Su patronazgo sobre los habitantes de la Villa es un hecho aceptado y vivido con gran fervor, hasta el punto que el nombre de esta advocación suplantó al de Santiago en el apelativo popular de la Ermita e, incluso, al nombre de la misma Cofradía de la Vera-Cruz, que pasó a ser conocida como Cofradía de Nuestra Señora de Belén. Así, el cura don Miguel Gómez García aclara en 1785 que esta población "tiene sólo una ermita con el nombre y título de Santiago el Mayor. Y más la llaman de Belén, por tener una imagen de este título que preside, muy hermosa y de mucha devoción y en todo tiempo según estamos". Se desconoce la autoría de esta imagen y también su datación. Las menciones más antiguas las encontramos en algunas mandas testamentarias del siglo XVII, como es el caso de doña Beatriz Mejías, abuela de la mujer del pintor Bartolomé Esteban Murillo, quien dejó estipulado en 1638 que se dijeran “dos misas rezadas a la Madre de Dios de Belén en su capilla”; también el de Ana de Avilés, que en 1645 pedía una misa rezada “al santo Cristo de Belén, y una misa cantada a la Virgen de Belén”; o el de Juan Garrido Torrecillas en 1657, quien declaraba deber ocho reales de plata “al hermano mayor de la Cofradía de Ntra. Sra. de Belén de esta villa, que se me dio para comprar un poco de tafetán para poner a las espaldas de la santa Imagen”; o, por último, el de Juana Garrido pidiendo en 1675 “una misa rezada al santísimo Cristo de la Sangre” y otra “misa rezada a Nuestra Señora de Belén en su Ermita”. Desde fechas tempranas se ofrecían donaciones por los fieles, con lo que se engrandeció el patrimonio de la Hermandad. Así, según un documento parroquial fechado en 1714, don Fernando de Medina y Mendoza y su mujer doña Teresa Luisa de Montiel, miembros de la nobleza sevillana, dejaron fundada una memoria a cuenta de unos terrenos de su propiedad para que se rezaran cincuenta misas "en la ermita de Nra. Sra. de Belén de esta villa" y, en el caso de que no puedan rezarse dichas misas, con el total de las rentas "elijan con todo hacer una alhaja que más se necesitare para la Imagen". En 1753 un miembro de la familia más influyente de la localidad, Francisco José de Resinas, dejaba en su testamento “cien reales de vellón para ayuda a platear las varas del paso en que sale a la calle las festividades de Nra. Sra.”. En 1766 el vecino Manuel Rodríguez Perejón dejaba ordenado en su testamento que “se dé de limosna por una vez veinte reales de vellón para ayuda a hacer la campana de Belén de la Ermita de esta villa”. Del mismo carácter, en 1795 el vecino Pedro Benítez hacía donación de un becerro para que se aplicase el dinero de su venta al culto de la imagen de San Antonio de Padua que hay en la Ermita, lo que fue recogido en el libro de actas con arreglo a que “habiendo los susodichos visto que en el día no tiene la Imagen de dicho Santo andas para salir en la función del Corpus Christi, acordaron se hiciesen unas aseadas y no de mucho costo con respecto a dicha limosna y que éstas se doren habiendo sobrante; y pues la Imagen tiene unos ojos bastantemente irregulares y por tanto acordaron igualmente se mande a Sevilla a Maestros Facultativos para que le ponga unos y que igualmente resane algunos otros esconchados”.
CULTOSOriginalmente la Hermandad de la Vera-Cruz organizaba cinco fiestas al año, cada una con su sermón: Santa cruz de Mayo, Asunción, Encarnación, Pascua de Navidad y Jueves Santo, día en el que hace Estación de Penitencia, casi siempre a la hora de Oraciones, después del Sermón de la Cruz y previa reunión el Domingo de Lázaro del Cabildo de Salida. La exaltación de la Santa Cruz ya se conmemoraba desde muy antiguo. En 1773 se advierte "que en el día en que haga esta Hermandad la función acostumbrada a la SSma. Cruz, como Patrona de ella, todos los Hermanos han de asistir a la Víspera y misa Cantada del día Siguiente, como lo ha tenido de costumbre". En su festividad se celebraban tradicionales cultos y feria, siendo de mucho arraigo la devoción a la Santa Cruz en la localidad, como se observa en el aprecio que siempre se tuvo a la antigua Cruz del Humilladero, sobre la que se decía ya en 1635 que sirve “para que preste con más de servicio y veneración la santa insignia de la Vera-Cruz”. Sobre los cultos que ofrecía la Hermandad, resulta muy interesante la respuesta que en 1681 daba el párroco don Francisco de Silva Govea a la pretensión del ya mencionado don Fernando de Medina y Mendoza de que se dijera una segunda misa en la Ermita los domingos para uso exclusivo de su familia: “...que en la capilla que refiere la petición se dice misa al romper el alba por limosna que un devoto pide por todo el lugar, para lo cual se toca la campana tres veces para que los pobres y los que quisieran oigan misa los Domingos y fiestas de guardar... y tocando a segunda misa no queda persona alguna.... demás de que en las festividades de los meses del Rosario y del Santísimo Sacramento que hay procesión no se halla persona que acompañe por ser como es esta villa de corta vecindad”. Dicha misa celebrada los Domingos al romper el alba se ha mantenido hasta hoy día. No obstante, pocos años después se informa que la Capilla no disponía de los útiles litúrgicos mínimos para realizar los cultos. En 1688 el visitador general del arzobispado, don Diego de Vergara y Gallardo, solicita al párroco don Juan Antonio de Medina que comunique "a las personas a cuyo cargo está el cuidado de la Capilla del Sr. Santiago y al hermano mayor de la Cofradía de la Sta. Vera-Cruz sita en dicha Capilla" mandamiento para que "no permita se celebre el Sto. Sacrificio de la misa en ella en ningún día de fiesta ni de trabajo del año hasta tener Cáliz, Patena, Ara, Albas y Ornamentos de los colores necesarios para dicho efecto y, habiéndolos, el dicho Cura dé cuenta de ello al Arzobispo mi Sr. para que asigne las horas en que se ha de celebrar misa en dicha Capilla". El mandato también deja encargado que "en el ínterin se preste por dicho término un ara y cáliz de esta Iglesia". Para subsanar estas carencias, consta que en 1689 el cura don Simón Monso donó a la Ermita un cáliz y una patena, en vista de los requisitos para el culto que exigía el visitador. Además de las misas, entre otros menesteres la Hermandad estaba al cuidado de la entrega de dotes a doncellas, de dar limosnas a los pobres y, especialmente, de atender a enfermos o necesitados. La Hermandad contaba con un Hospital propio llamado de la Santísima Trinidad o de la Sangre, que aparece reseñado como "hospital para mendigos" en las respuestas que ofrecía en 1785 el cura don Miguel Gómez en la encuesta de Tomás López. De este centro hospitalario se conserva un azulejo en la sacristía con fecha de 1782. La Hermandad ha procurado desde siempre guardar el tesoro de la fe católica y caridad de sus fundadores, acrecentarlo y enriquecerlo para transmitirlo a las generaciones venideras, y todo ello con el deseo de honrar a la madre de Dios de Belén como Patrona, Abogada y Protectora de la Villa de Pilas. Siempre ha profesado una singular devoción al misterio de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, haciendo voto desde muy antiguo de tenerlo, creerlo y confesarlo. El día 2 de Febrero, festividad de la Purificación de la Virgen y presentación de Jesús en el Templo dedicada a la Santísima Virgen de Belén (Fiesta de las Candelas o Candelaria), se celebraba con gran júbilo en todo el pueblo, haciendo grandes hogueras en las plazas y colocándose antorchas en las puertas y ventanas al anochecer. Actualmente, la conmemoración se reduce a la fiesta litúrgica.
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